


Como cada año desde hace ocho siglos, grandes multitudes acuden a Notre-Dame de París para escuchar las tres misas de la Natividad, y muchos no encuentran asiento en la nave. Es para ellos para quienes la televisión hace una discreta entrada en el coro para lanzar al espacio las imágenes de esta conmovedora celebración cuyo mensaje se dirige a todos, creyentes y no creyentes.