

La noche del 24 de agosto de 410, un acontecimiento extraordinario sacudió el mundo: las hordas bárbaras de Alarico entraron en Roma… La muerte de una ciudad eterna, el fin de una civilización, inspiraron al obispo africano Agustín para escribir los veintidós libros de la «Ciudad de Dios». Este bereber latino, profesor de retórica antes de convertirse en monje y obispo, nació en Thagoste, municipio africano, hoy Souk-Ahras, en Argelia.
A través de las «Confesiones», las cartas y las obras de San Agustín, y de los escenarios de Argelia e Italia, la película evoca paso a paso la presencia de este hombre cuyo rostro «verdadero» o pensamiento único sería inútil intentar captar. La presencia de una personalidad que domina la historia, la actualidad de una vida santa que fue ante todo la vida de un hombre que contiene la esencia misma del cristianismo.
«Ama a tu prójimo y considera la fuente de este amor dentro de ti. Entonces amanecerá tu luz, como la luz de la mañana…»