
Un día, un indio descubrió una montaña de plata maciza: Potosí. Un rayo y un trueno le advirtieron de que esa riqueza no le beneficiaría a él ni a su pueblo, sino a un extraño que llegaría más tarde. Ese extraño era el español, y desde la conquista, los indios, hambrientos y miserables, han saqueado, revuelto y excavado esta montaña que ha abastecido de plata a toda Europa y al mundo entero. Potosí, la ciudad hongo construida al pie de esta fabulosa montaña, era la ciudad más poblada del mundo en el siglo XVIII. Aún hoy, los indios excavan y revuelven desesperadamente esta montaña y, aunque la máquina ha venido a ayudarles con sus técnicos y sus financieros anónimos, siguen siendo tan pobres como antaño. Tímidos y reservados, a los indios les cuesta acostumbrarse a la civilización industrial. De vez en cuando, algunos de ellos abandonan este mundo desencantado para volver a su pueblo, a su miseria, pero también a la dignidad que, para los de su especie, es tan importante como el pan.
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