


Cuando los primeros rayos de sol se cuelan por las ventanas de los áticos, los parisinos disfrutan del mejor sueño del día. El espectáculo está en las calles. A los que han venido de lejos, París les ofrece ahora sus encantos, sus monumentos y sus barrios. A los sensibles al arte de vivir, París les ofrece mil maneras de practicarlo, a través de los recuerdos del pasado, de un monumento, de una perspectiva, de una cierta forma de ser y de mirar. Empezando por Les Halles, el viaje termina de noche en la plaza Pigalle, tras la Torre Eiffel, pero también los pescadores a orillas del Sena y el Louvre, Notre-Dame, Luxemburgo y sus estudiantes, y el metro. Imágenes que hacen de París un lugar tan diverso, tan inesperado, tan entrañable.